Moribundo García
Quartidi, 14 de Ventoso de CCXX
Apenas reparó en la magia que lo rodeaba: veía salir el Sol, porque sí. La marea subir y bajar. Los aviones pasar dejando sus estelas brillantes las noches de luna. El viento balancear suave o enfadado las varas de los chopos.
Apenas reparó en los sueños que no tuvo. Sabía de los enamorados que se escondían en los barrancos y comían pipas las tardes de paseo. De los labradores que plantaban árboles y recogían sus frutas. De los que un año se fueron lejos y tan sólo regresaban los calurosos veranos. De Ramiro y su moto nueva.
Apenas reparó en la gente que lo quiso. Se dejó criar ufano, sin agradecer nada a los suyos. Se dejó casar un día, por aquel cura triste y medio sordo. No conoció a sus hijos, aunque le hicieron abuelo. No conoció a sus nietos, aunque lo veneraban. A los perros que alimentaba sólo les hablaba al tropezar con ellos. A su mujer sí le hablaba, pero rara vez coincidía que la mirara a los ojos.
Apenas reparó en el paso del tiempo. En la prisa siendo joven. En las tardes siendo niño. Y en tanta y tanta nieve de aquel invierno infinito. En cómo se iban yendo, primero los viejos, detrás los amigos, y algún desdichado joven que dejaba mujer e hijos.
Apenas reparó que es grande ser sencillo, aburrido ser neutral, y ventajoso ser vencido. Nunca se miró a sí mismo, no se valoró, no quiso disfrutar de sus pulmones cuando aún estaba vivo.
Apenas repara ya hoy de la sombra del olivo, que barre su sepultura desde poniente a levante. De las hojas que le caen, de la aceituna y del aire que respiran ya los otros, los que derraman su sangre, su sudor, su llanto, o el grito y la alegría del amante, que disfruta de estar vivo antes de que sea tarde.
SALUD
1 Postillas:
Holaaaa!!!! Es muy bonito esto que escribes.... :)
domingo, 04 marzo, 2012
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