"No sé si soy clásico o romántico, dejar quisiera mi verso como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera". Antonio Machado

13 mayo 2006

Entre las calles vacías

Quartidi, 24 de floreal de 212.

Uno de mis momentos favoritos, donde serenidad, alegría, interiorismo y filantropía, cobran vida al mismo tiempo, se produce mientras paseo por las calles vacías de la ciudad.

Siempre me gustó Sevilla::: pero aprovechar los tiempos muertos que me brindan mis vecinos para contemplarla sin más, sin ellos, es una de mis grandes pasiones, y una válvula de escape de lo que me supone vivir en la vorágine.

Un sencillo paseo en una madrugada entre semana, firteando con las suaves temperaturas que aplacan los inviernos del clima Mediterráneo. Mientras la inmensa mayoría desconecta de su vida con algún "programa de culto", de cuyo nombre no alcanzo siquiera a conocer; cuando los más plácidos ya duermen con, o contra, su conciencia, a pierna suelta o con pijama y orinal; cuando los menos cansados hacen al amor, recuperando aquel polvo atrasado de ese sábado con dos copas de más y hadas.

Paseo ajeno a todos ellos y mientras respiro concibo los dones y los panes que guardan las esquinas de un entorno milenario.

Nunca sé si en las tardes de verano a la hora en punto de la siesta, cuando el calor se esparce entre las sábanas y la calor destierra a los turístas a sus hoteles, contentos después de haberse hecho una fotografía ante un termómetro a 50 grados, me descalzo para caminar despacio, casi inmóvil, hacía Yo, o tal vez, desde mí. Me detendré a analizarlo.

Aunque mis paseos favoritos, quizá por su escasez en este benigno clima, son las mañanas de sábado o domingo, cuando la lluvia ha derrotado a los noctámbulo más empecinados. Cuando la luz ocupa el espacio más bello, y despacio, sus cambios transforman lo mojado en espejos, y los reflejos en poesía.

Quizá sean estas calles en silencio, el mejor ejemplo de la Sevilla que siempre me gustó. Una ciudad donde la única mesura de tiempo son mis pasos calmos, una ciudad que no todos mis vecinos conocen y a la que no quiero renunciar, porque al fin y al cabo me vuelve a confirmar que vivo entre las calles vacías.

SALUD

1 Postillas:

Anonymous Anónimo dijo...

Hola Enriquismos, soy una visitante más que reciente de tu bitácora... Tu amigo Fernanblog ha leído mi último artículo y me ha recomendado leerte, pues al parecer compartimos la rara afición de pasear por la Sevilla más desierta.

Tal vez nos hayamos cruzado casualmente más de una vez en esos paseos... cada uno disfrutando de su soledad, y de su personal e intransferible visión de Sevilla.

Un saludo.

martes, 23 mayo, 2006

 

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