"No sé si soy clásico o romántico, dejar quisiera mi verso como deja el capitán su espada: famosa por la mano viril que la blandiera". Antonio Machado

25 febrero 2013

Mírome

Sextidí, 6 de Ventoso de CCXXI

A veces camino por la vida casi sin verme. Apenas aprovecho el instante que, parado ante un semáforo, pasa un autobús frente a mí y quedo en él reflejado por unas décimas de segundo. Luego continúo.

Me busco en mi infancia, pateando la hojarasca seca de otoño, saltando Feliz, con las mayúsculas de ser feliz. Me registro los bolsillos de entonces, con trozos de cartón, fondos descosidos y alguna que otra moneda de paso fugaz o para añadir a mi colección.

Recorro mis recuerdos orientados con el Sol encaramándose a los cielos de verano, o las tardes de lluvia sobre el parqué siempre inconcluso de mi cuarto de juegos. Mis pueblos, mis ciudades, mis campos de imágenes infantiles... El mundo tal y como era en los 80, aderezado con el terror que para cualquier niño emanaba de los telediarios.

Hasta que encuentro ese vacío que tanta distancia opone entre el que entonces era y el que ahora soy. Esa línea de desmundo desbordado, esa ironía de sueños para un futuro que no vuelve a serlo nunca más.

A veces me replico a mi mismo, otras me conformo soleado. Pues quizá algo de la sabiduría que viene en esporas en las costuras del tiempo me acomoda en este estado de empatía y asunción.

¿Qué día dejé de buscarme? ¿Qué día dejé de encontrarme? ¿Cuál fue primero?

Cuán desacompasados los vivires con los sentires; los quisiera con los no pude; los me tienes y el me olvidaste. Cuán desacompasado el presente con el pasado, el futuro a no haber futuro, la grandeza y la compasión.

Cuando el alerce vence al cierzo sigue la vida en los nidos y en las umbrías frescas del verano. Cuando el alerce vence al cierzo, aplauden las cigüeñas en la charca; y hasta el cierzo, quizá, se marcha más seguro, al saber que podrá volver algún día a invitar al alerce a prestarle semillas y hojas, en ese combate de pasión que los envuelve las tardes de otoño y viento...

...Hojas de alerce, que algún día pateará feliz un niño, que sin ser yo nunca más, mire Feliz, con mayúsculas, un futuro siempre incierto, aprovechando la inconsciencia y Libertad que otorga la risa temprana de niño.

Ojalá yo pueda verlo y sea capaz de patear las hojas a su lado, y reír de nostalgia, y llorar de alegría.

SALUD